La Confianza en Exceso, un Enemigo que Juega contigo Pero en tu Contra.
En
el deporte, hay rivales que se estudian en video, se analizan en pizarras y se
enfrentan cara a cara. Pero existe otro, más sigiloso y traicionero, que no
viste uniforme ni aparece en la lista de alineaciones: el exceso de confianza.
Es un enemigo silencioso que se infiltra en la mente de los atletas cuando las
victorias se vuelven costumbre y los aplausos empiezan a sonar más fuerte que
las advertencias.
La
historia está llena de favoritos que se desplomaron en el momento clave. Sucede
en todas las disciplinas y en todos los niveles. El guion casi nunca cambia: el
equipo o el atleta llega con un historial impecable, con la prensa augurando un
resultado obvio, y con un rival que parece menor. Y ahí, en esa aparente
certeza, se instala el virus de la relajación. Se entrena un poco menos, se
concentra un poco menos, se corre un poco menos… porque “ya está ganado”.
Mike
Tyson, el hombre que infundía miedo antes de lanzar el primer golpe, lo
aprendió de la manera más dolorosa en 1990, cuando subestimó a Buster Douglas.
La derrota no llegó solo por un golpe certero; llegó mucho antes, en los
entrenamientos flojos, en la falta de preparación, en la confianza excesiva de
quien cree que su nombre basta para ganar. La campana de esa noche en Tokio fue
más que el inicio de un round: fue una lección universal para el deporte.
El
exceso de confianza no siempre se nota como arrogancia. Muchas veces se
disfraza de calma, de sonrisas en el calentamiento, de bromas en el vestidor. Y
es peligroso porque adormece los reflejos y apaga la intensidad. El jugador que
antes disputaba cada balón como si fuera el último, ahora deja pasar uno, y
luego otro, convencido de que habrá tiempo para recuperarse. Pero en el
deporte, el tiempo no se recupera.
Los
psicólogos deportivos insisten en que la mejor manera de combatir este fenómeno
es mantener la mente en modo reto. Los campeones no se conforman con ganar,
buscan mejorar aun cuando ya van por delante. Messi entrenando bajo lluvia,
Serena Williams repitiendo un saque una y otra vez, Novak Djokovic trabajando
su concentración incluso después de un título… son ejemplos de que la
excelencia no se alimenta de la fama, sino de la disciplina constante.
En
el deporte, la confianza es necesaria, pero debe estar siempre acompañada de
humildad competitiva. Porque el exceso de confianza puede ganar partidos en la
imaginación, pero en la realidad, solo la preparación y la concentración los
sellan en el marcador. La próxima vez que escuches a alguien decir “esto ya
está ganado”, recuerda que los trofeos no se entregan antes del silbatazo
final. Y que el rival más difícil no siempre está en frente… a veces está en tu
propia cabeza.
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