El “VAR a pedido”: una nueva dimensión psicológica en el fútbol moderno
En
el Mundial Sub-20, la FIFA ha introducido una innovación tecnológica llamada
Football Video Support (FVS), conocida popularmente como “VAR a pedido”. Este
sistema permite que los directores técnicos soliciten la revisión de una jugada
mediante una tarjeta verde, otorgándoles un número limitado de oportunidades
para hacerlo. A diferencia del VAR tradicional —donde un equipo de video asiste
automáticamente al árbitro—, el FVS traslada la iniciativa al entrenador. Esta
transformación no sólo implica un cambio técnico, sino también una revolución
psicológica en la forma en que se toman decisiones dentro del fútbol.
Desde
el punto de vista psicológico, el FVS introduce una nueva carga cognitiva para
el director técnico (DT). Debe decidir, bajo presión y con recursos limitados,
si vale la pena solicitar la revisión. La investigación sobre la toma de
decisiones en el deporte (Raab & Johnson, 2007) demuestra que los
entrenadores suelen apoyarse en la intuición rápida (heurística del experto)
cuando el tiempo es reducido. Sin embargo, el FVS exige combinar intuición con
estrategia racional, lo que incrementa la tensión mental. Decidir cuándo usar
la tarjeta puede definir un resultado, pero también puede significar perder una
oportunidad crítica más adelante.
Además,
esta herramienta altera la dinámica emocional del equipo. Cuando el DT levanta
la tarjeta verde, comunica a sus jugadores un mensaje claro: “confío en ustedes
y exijo justicia”. Según Bandura (1997), este tipo de acciones refuerzan la
autoeficacia colectiva, es decir, la confianza grupal en la capacidad de
superar obstáculos. Sin embargo, el mal uso del sistema —por ejemplo, pedir una
revisión innecesaria o perder una apelación— puede generar frustración y
disminuir la concentración. La psicología del deporte ha demostrado que la
sensación de injusticia arbitral es una de las principales causas de
desregulación emocional en los jugadores (Lane & Terry, 2000), por lo que
el FVS puede convertirse tanto en un estabilizador emocional como en un detonante
de ansiedad, dependiendo de cómo se gestione.
Desde
la perspectiva arbitral, el FVS también reconfigura la percepción de control y
autoridad. Los estudios sobre el VAR (Frontiers in Psychology, 2022) muestran
que, aunque aumenta la precisión de las decisiones, también incrementa la
presión percibida por los árbitros, quienes sienten que su juicio está
constantemente bajo revisión. El FVS amplifica este efecto, ya que la revisión
es activada públicamente por un entrenador, lo que añade un componente social y
mediático a la decisión. En consecuencia, el árbitro debe sostener la calma,
mantener la comunicación con el equipo de video y preservar su liderazgo
emocional en el campo.
En
el plano táctico y emocional, el FVS también puede alterar el estado de flujo
(flow) del equipo. Csíkszentmihályi (1990) describió este estado como la
experiencia óptima de concentración y disfrute durante la ejecución deportiva.
Una revisión inoportuna puede interrumpirlo, rompiendo el ritmo del juego. Por
ello, los entrenadores deben considerar el momento del partido, la intensidad
emocional y el estado mental de los jugadores antes de activar el recurso.
A
pesar de estos riesgos, el sistema ofrece beneficios psicológicos notables.
Mejora la percepción de justicia, refuerza la confianza del grupo técnico y
reduce el impacto de errores arbitrales sobre la motivación. El psicólogo
deportivo debe acompañar al entrenador en la planificación mental del uso del
FVS, entrenando la toma de decisiones bajo presión y la regulación emocional
posterior al resultado de la revisión. La clave está en preparar tanto al
cuerpo técnico como al equipo para asumir el sistema como una herramienta de
apoyo, no como una garantía infalible.
En
conclusión, el “VAR a pedido” o FVS representa más que una innovación
tecnológica: es un nuevo desafío mental en el fútbol moderno. Exige equilibrio
entre razón y emoción, intuición y estrategia, justicia y autocontrol. El éxito
de este sistema dependerá no sólo de su precisión técnica, sino de la madurez
psicológica con la que entrenadores, jugadores y árbitros aprendan a convivir
con él. La tecnología puede revisar una jugada, pero sólo la mente entrenada
puede mantener el control del juego.

