LA PRESION ES UNA EXCELENTE MAESTRA
Martin Luther King dijo una vez durante un discurso: "La verdadera medida de un hombre no la da su actitud en momentos de fortuna o bienestar, sino cuando se enfrenta a las adversidades de la vida". Totalmente cierto. Lo que somos de verdad como personas o como deportistas se vé más claramente en tiempo de adversidad que en momentos de bonanza. Toda persona o deportista puede ser positiva, educada cuando las cosas van muy bien; pero lo que distingue a los deportistas y personas de excelencia en su extraordinario carácter es el cómo responde cuando la vida o competencia tiene inevitables golpes. No se rinden ni se hunden. Al contrario, echan mano de su yo más íntimo y muestran su mejor perfil al mundo.
Hace sólo unas cuantas horas me hallaba en la arena de lucha olímpica y grecorromana y me gustaba ver cuando los luchadores considerados como "débiles" tenían la noticia de enfrentarse con los denominados "invencibles". Un jovencito que estaba sentado cerca de mi cuando le dieron la noticia que lucharía contra el no.2 de México en su categoría la tomó contra uno de los organizadores diciendo improperios, una chica competidora dio una patada a una silla y dijo: "que mala suerte". No obstante hubo unos cuantos luchadores que respondieron de un modo distinto, con discreta aceptación. Un atleta medallista panamericano que asesoro, cuando se enteró de que su rival nuevamente sería aquel con el que disputo la final en el 2011, lo único que dijo fué: "Lo estaba esperando, hay que prepararnos para la siguiente aventura". A lo largo de la historia se ha visto que los que sobresalen son aquellos que tienen una enorme capacidad para mantener los objetivos sin alteración emocional.
Cuando la vida nos pone limites tenemos la facultad de elegir el ponernos a llorar o a hacer lo que debemos. La fortaleza bajo presión es lo que distingue a los lideres de los seguidores. Es esa formidable cualidad que inspira a que los otros vean un espíritu elevado. Es una posibilidad de labranos una vida espectacular de la que estaríamos orgullosos al final.
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