sábado, 9 de enero de 2010

CONCEPTO DE PERSONALIDAD EN EL FUTBOL


Concepto de
personalidad en el fútbol

Si la personalidad en términos generales, sin precisiones aplicadas a la competición ni al fútbol, representaba el sentido que una persona daba a su vida como una aportación dinámica que la impregnaba todo, la personalidad del futbolista, tendrá que ser de igual manera un dinamismo humano o psíquico que lo presida todo. No cabría la consideración parcial del futbolista mirando desde sí mismo y olvidándose de los demás, puesto que las relaciones en equipo de ese hombre son tan importantes para él como su propia contemplación o su auto análisis, ni cabría sentirse completamente integrado en el grupo sin cuidarse de la competición en todas sus facetas.

La personalidad tal como la entendemos, es un concepto total y una realidad omnipresente, agobiada por responsabilidades muy dispersas, mediatizada por múltiples limitaciones, arriesgada en medio de la competición, desgastada en ella, pero potenciada igualmente por continuos resultados favorables y momentos de plenitud que para cada futbolista se mantiene de forma peculiar.

La personalidad del futbolista está impregnada de realidades competitivas, a las que a su vez, transmite su presencia y su fuerza determinante. Un futbolista sigue paso a paso la competición, y la competición sigue simultáneamente el proceder del futbolista. De ahí que en muchas ocasiones no acertemos a discerní quien determina con mayor fuerza a quien sí la competición al futbolista o el futbolista a la competición. Dependerá de muy diversos factores de esa personalidad, según cómo reaccione ante la vida y ante el escenario del fútbol.

Un futbolista puede imprimir un sello dinámico, liberador, positivo, creativo a su contexto social, y otro, por el contrario, puede vivir a merced de lo que le imponga los condicionamientos, trabas y desequilibrios de la competición. Ambas influencias afectarán e un sentido total, es decir, que el beneficio o el perjuicio que ocasionen no son una mera anécdota, una casualidad o un asunto sin importancia.

Cuando el futbolista se duele por un resultado negativo, aunque se lepase pronto ese dolor en su ser, en su personalidad integra, ese momento de frustración o de angustia. A no ser evidentemente, que estemos frente a un futbolista apático o amorfo, al que le dé lo mismo una cosa que otra. Pero en el supuesto normal de un jugador profesional de fútbol que se dedica de lleno a sus tareas, las relaciones ante los sucesos competitivos le comprometen por entero. De ahí la urgencia de recuperar humanamente a los futbolistas doloridos, de restablecer en su plenitud su capacidad de seguir compitiendo desde la seguridad completa en sí mismos.

Un futbolista con su personalidad a remolque por las licitudes de la competición, fluctuando constantemente entre la euforia y el desaliento, sin una línea definida para asumir sin complejos la exigencia de la competición, es un futbolista “sin personalidad”, sin esa personalidad que se requiere para estar por encima de los acontecimientos.

Este sentido de la totalidad se hace extensivo al quehacer del equipo porque también el grupo humano acepta como bloque las consecuencias de responsabilizarse de todo lo que le sucede en el terreno de juego. El gol no llega a las mallas por culpa de un portero, cuya personalidad endeble cuya personalidad endeble no acertó a sobreponerse a la presión amienta, sino como consecuencia de los fallos repetidos de un equipo de hombres cuya personalidad como todo, no supo impedir que el contrario se acercara a la portería.

Dirigirse a los futbolistas únicas y exclusivamente en términos profesionales del balón, sin mencionar para nada su condición humana, sin saber nada de ellos, es olvidarse de este principio de totalidad y reducir al futbolista a una mera estadística, tanto gana tanto juega, tantos fallos tantos aciertos, o tal aparece entonces tal es.

Medir al futbolista o al entrenador, por los resultados es reconocer que sólo importa la competición como tal y no sus protagonistas. Es cierto que cuanto sucede a lo largo de un campeonato se lleva la preferencia de los comentarios en la calle y en los medios de comunicación, por la sencilla razón de que los futbolistas y sus problemas más íntimos permanecen ocultos para la mayoría d sus contemporáneos, pero éste tratamiento parcial de su vida, no debe impedir la visión por entero de lo que el jugador significa para sí mismo, para sus compañeros de equipo y para los técnicos que compiten y se desvelan por los mismo sucesos. El futbolista está ahí, totalmente inmerso en lo que está haciendo y padeciendo y el que alguien o algunos sólo se fijen en determinados aspectos de su vida no quiere decir que él, su personalidad viva y total, no se esté poniendo en juego día a día.

RASGOS ESPECIFIOS DE LA PERSONALIDAD
Cuando hablamos de a personalidad del futbolista contemplamos todos aquellos factores que contribuyen a reflejar lo que el jugador es o puede ser dentro de la competición y lo que no es o no llegó a ser, siempre desde la perspectiva humana, olvidándonos de lo que físicamente da de sí un jugador o de cómo interpreta técnicamente el fútbol. Fundamentalmente nos referimos a seis aparatados:

* La sociabilidad
* La intuitividad
* La creatividad
* La intelectividad
* La volitividad
* La emotividad.

Si intentamos valorar tanto el pensamiento, las ideas, o lo que de actividad mental nace y se desarrolla en el futbolista, como la exteriorización de toda una vida en forma de decisiones que llevarán el sello técnico de un golpe, por ejemplo, pero que arrastran desde su nacimiento hasta su formulación y realización toda la carga humana de una personalidad en acción.

Se apuesta en favor del futbolista total, visto como persona y como jugador, y nos olvidamos del concepto del fútbol total, que nos parece más una fórmula feliz de entender las acciones de los futbolistas en el campo que de reflejar con exactitud las aportaciones de quienes compiten en el fútbol. Un futbolista total practicará un fútbol total, esta es la afirmación que se quiere justificar cuando decimos que la personalidad del futbolista es una realidad plural, compleja y expuesta de continuo a múltiples solicitaciones y altibajos.

Seis son por consiguiente los pilares o fundamentos sobre los que se consolida la parsonalidad del futbolista, y estos elementos vitales hay que referirse a cada vez que enjuiciamos su conducta. De nada nos servirá, contar con futbolistas inteligentes pero incapaces al mismo tiempo de integrarse en el grupo, y esto dando por supuesto que alguien pudiera ser inteligente en el fútbol al margen del trabajo en equipo. Pero podrá darse el caso de un jugador excepcional, de cualidades técnicas ejemplares, que actuará en el campo como si todos tuvieran que jugar para él, en su exclusivo provecho. O podría suceder, en otro caso y desde una hipótesis positiva, que un futbolista muy emotivo, al que la carga efectiva de la competición proporcionará continuos disgustos, encontrará en el grupo humano al que pertenece la compensación ideal para su juego. A esa mutua interdependencia nos referimos cuando presentamos la personalidad del futbolista como un todo.

Resulta fácil descalificar a un jugador describiéndole la dimensión negativa de su personalidad y no intentando, por el contrario, descubrir cómo equilibrarle sobre la base de los demás elementos positivos que integran esa personalidad. S acusa, por ejemplo a un determinado jugador de ser indisciplinado, y se muestra esta actitud de desobediencia como la única realidad, en primer plano, de ese futbolista, al que consecuentemente se somete a un castigo. El jugador acata las normas de régimen interno del club, para su multa, rectifica en público y vuelve a la disciplina del club, es decir a los entrenamientos, a las alineaciones, a cobrar el dinero que gana con su esfuerzo. Detrás de ese proceso hay todo un mundo de factores humanos no tenidos anteriormente, con el quo también habría de contar a la hora de programar indiscriminadamente la censura a un jugador. No abogamos, quede claro, por las conductas irregulares de los futbolistas. Defendemos la consideración de totalidad que tiene que presidir la valoración y el juicio definitivo sobre el comportamiento humano de los jugadores. Si esta reflexión total considera que ese futbolista debe ser sancionado, que lo sea, pero hasta que no se pueda objetivar con seguridad las causas que motivaron aquellas reacciones hay que suspender un juicio que, debido a su fuerza impositiva y de obligado cumplimiento, afecta a toda la persona del jugador como profesional y como hombre.

Al estudiar los efectos, las consecuencias, los resultados del proceder de un futbolista podemos incurrir en la apreciación rápida, fácil injusta a veces, de vincularlos a determinadas causas, sin más que a los técnicos o a los aficionados pudieran ocurrirles. Esta forma de actuar, que resuelve de un plumazo la complejidad de los problemas que afectan a la personalidad de cualquiera, y en nuestro caso del futbolista, reviste características preocupantes que enumeraremos a continuación como pautas de una posible consideración más próxima:

Resolver por la vía rápida una actitud o una suma de actitudes que presumiblemente se juzguen como infracciones a una línea de conducta típica de un club, es aportar por la superficialidad en el tratamiento de a conducta del futbolista, independientemente de que se demostrará luego su responsabilidad punible. Hasta llegar a ese dictamen habría que estudiar a fondo los porque de esa respuesta aparentemente torpe o desdichada.

Esta forma superficial de asomarse a los resultados negativos y la réplica que se aplica tanto a los defectos o incorrecciones humanas (un acto de indisciplina) como a los errores técnicos (no acertar un gol. Un futbolista puede fallar no por malo y merecedor de quedarse en adelante en el banquillo, sino por otros motivos que podrían valerle una oportuna justificación.

Si aceptamos, como punto de partida al menos, que la personalidad del futbolista depende de esos seis elementos constitutivos esenciales. ¿Cómo atrevemos a juzgarla sin haber revisado primero cada uno de ellos y luego su mutua correlación? No caemos en la cuenta de que un momento depresivo puede dar al traste con lo que es una línea regular y positiva de conducta, y que por eso mismo no echa por tierra toda una personalidad que puede ser modélica?

Se pide entrega total ¿preparamos, entrenamos la personalidad total que la haga efectiva?

¿Qué sabemos de la inteligencia del futbolista cuando decimos que hay que jugar primero con la cabeza, y de sus relaciones con los sentimientos, si los hay, para atrevernos a decir que hay que poner el corazón en el juego? ¿Cómo se conjuga la creatividad con la construcción colectiva del trabajo en equipo para evitar el trauma de una personalidad dividida o indecisa?

Es lógico concluir, después de estas indicaciones que si la personalidad es un sentido de vida, y es autenticidad y es energía vital y es previsión a futuro, tenga que comprometer por entero al futbolista, y que lo haga a partir de cada uno de sus elementos esenciales, aunque con repercusión inmediata en todos los demás. La sensibilidad tiene su campo propio donde cuajarse, pero interesa a todo el futbolista, potenciándolo o disminuyéndolo en su actuación general. Meter un gol es un acto físico, resumen y final de una cadena de actos humanos mentales, motrices, voluntarios, pero, a su vez, ese gol que se consigue es punto de arranque, por la euforia que proporciona al jugador y al equipo, de una serie de actos humanos positivos, que pueden ir desde la autosatisfacción hasta al deseo de volver a repetirlo, como una motivación nueva, o al nacimiento de nuevas ideas con que sorprender al oponente. Es decir, que tanto la dimensión física de ese jugador como la mental o la efectiva se apoyan y se destruyen sin solución de continuidad.

A esta conciencia de totalidad también le llamamos personalidad activa, y no solo al conglomerado interno de vivencias vengan de donde vengan. Porque en el jugador se dan cita los más increíbles intercambios funcionales que puedan imaginarse, y fuera del jugador también están presentes los más apasionados gestos corporales, que traducen al pie de la letra, los latidos incesantes de su saber pensar y sentir y crear relacionarse y desear competitivos. Toda esta historia humana, la que se conoce y la que se ignora, la del dominio público y la que queda anónima o apenas reconocida, es la que da derecho a ser llamada personalidad o ser total de futbolista. Su grandeza está ahí antes que en el gesto fugaz de una acierto técnico, aunque éste se aplauda y lo otro se menosprecie, porque el futbolista mide su categoría, más que por su realización física concreta, por su inteligencia o por su voluntad que hacen posible todo el conjunto de logros físicos o técnicos. Una máquina sería capaz de golpear un balón con mayor precisión reiterada que un futbolista, perolas ocasiones de gol las crea la inteligencia y la transforma la voluntad. El futbolista se está haciendo a diario para lograr esa eficacia, dando paso a los resortes múltiples de su personalidad que se materializa en el campo. Cuanto más totalmente lo consiga, mejor y más en totalidad lo dará a conocer en el terreno de juego.

8 comentarios:

Gabriel Gonzalez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gabriel Gonzalez dijo...

Ola muy buena entrada!! me encanto, soy estudiante de psicologia de la universidad de Chile y estoy comenzando una investigacion sobre la agresividad en la personalidad de los jugadores de futbol y su posicion en el campo, la funcion que eligen desempeñar, me gustaria saber si tienes algo por ahi que profundices sobre eso, ya que me gustaria mucho leer, o si me puedes recomendar algun autor

muchas gracias y sigue asi.

4 de mayo de 2010, 11:44
MANUEL GUSTAVO ZEPEDA GOMEZ dijo...

Te recomiendo que busques el libro de violencia en el futbol, es un estudio muy completo en el que la fifa se baso para las recomendaciones a nivel mundial de sus partidos. La editorial es gymnos. Un saludo

5 de junio de 2010, 9:49
luis21221 dijo...

tienes tips para atributos que desarrollar para ser un buen jugador en general.

28 de abril de 2012, 0:48
MANUEL GUSTAVO ZEPEDA GOMEZ dijo...

Te recomeindo un tip, cada vez que termine tu entrenamiento ponte una calificacion a la forma en que entrenaste, lueho hacercate con tu entrenador y preguntale del 1 al 10 cuanto me pone de calificacion. Si tu entrenador te dice 9, pregunta qué te falto para llegar al 10 y eso que te comento ponlo en practica al dia siguiente. veras como aumentará tu personalidad y habilidades.

16 de septiembre de 2012, 12:18
Anónimo dijo...

Muy linda sugerencia! Soy arquera un puesto dificil pero pondre esa sugerencia en practica!

25 de febrero de 2013, 18:20
AlejandroSaavedra dijo...

hola soy jugador joven de 17 años, todos los profesores que eh tenido , siempre me dicen los mismo que soy un gran jugador pero que no tengo personalidad & sin eso me costara mucho ser un profesional del futbol .. Que podre hacer para mejorar la personalidad que talvez me falta :/ gracias entodo caso :)

28 de marzo de 2013, 20:11
Unknown dijo...

he visto grandes jugadores a traves de la historia de el futbol, pero esa grandeza tecnica es una paradoja de su caracter apatico

25 de noviembre de 2015, 12:16

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