martes, 15 de diciembre de 2009

LA SONRISA NERVIOSA DE LA PSICOLOGÍA DEL DEPORTE: UNA PROPUESTA EPISTEMOLÓGICA

“UNA VENTANA ENDOGENICA”


“La actitud científica ha de ser reconstruida,
la ciencia ha de rehacerse de nuevo”.
Schrodinger

1.- JUSTIFICACION
Este ensayo nace por la inquietud propia de buscar las bases epistemológicas, ontológicas, deontológicas y el constructo teleológico de la profesión que amo tanto como mi propia vida y que siendo tan noble permite que mi familia y los seres más queridos tengan un pan y distracción honestamente ganados. Esta relación he querido fortificarla al día con día, pero en nuestro caminar profesional me doy cuenta que existe un vacío enorme que nosotros mismos como profesionales de la psicología del deporte y la actividad física nos estamos encargando de aumentar.
Todos tenemos por enterado que la psicología del deporte es una rama científica y ¿Qué es ciencia? es: “es el conocimiento sistematizado, elaborado mediante observaciones, razonamientos y pruebas metódicamente organizadas" ; es decir, que nuestra rama científica promueve o busca conocimientos sistematizados, con métodos propios y razonamientos organizados según Kant. Teniendo como punto de partida este sencillo pensamiento puedo decir que hasta este momento en nuestra formación como psicólogo del deporte no he localizado un conocimiento sistematizado propio de nuestra rama. Al parecer incorporamos métodos, estilos y corrientes de nuestra madre científica la psicología clínica y hacemos un hibrido frankensteinista que hace lo que su origen viciado le permite torpemente hacer.
2.- FUNDAMENTOS EPISTEMOLOGICOS DE LA PSICOLOGIA DEL DEPORTE
Es evidente, observa Bertrand Russell que para que una comunidad científica sea considerada buena, no sólo es preciso aumentar el conocimiento, sino también, con él, la sabiduría. Se puede decir que la sabiduría de la psicología del deporte debe proporcionar una concepción justa de los fines propios y por lo tanto de un uso adecuado de la ciencia misma. Esto es algo que la psicología del deporte en este momento no puede garantizar. Así pues, el aumento de la psicología del deporte no basta para garantizar ningún progreso genuino, aunque se vea que estamos como una ciencia en boga.
Al dirigir nuestra atención al “progreso” de la psicología del deporte, esta objeción de un paradigma se agrava todavía más. “Conceptos tales como “ley”, “experimento”, “control”, etc., no significan lo mismo en nuestra profesión” . Por tanto el término “científico” no se puede utilizar con el mismo sentido a la percepción, al rendimiento, al deporte, a la motivación, a la actividad o a fenómenos relevantes en los dominios de la actividad física. Hacerlo equivale a usar una metáfora con todas las consecuencias epistemológicas que ello trae.
El agotamiento actual del paradigma como ciencia de la psicología del deporte radica no sólo en su inconsistencia interna, epistemológica, sino, sobre todo, en su propia incapacidad para dar respuestas y explicaciones adecuadas e intelectuales y que rebasen a la propia competencia deportiva o que vallan más allá de la misma. Y esta incapacidad hace una psicología del deporte con pronóstico de esterilidad y pobreza científica, provocando con ello un avance de la tecnología de la psicología del deporte, pero no de los verdaderos conocimientos que necesitamos para avanzar en esta hermosa profesión.
3.- TELEOLOGÍA DE LA PSICOLOGIA DEL DEPORTE
Su definición de teleología es: "Doctrina de las causas finales". Los escolásticos sentaron el principio de que quid quid fit, propter finem fit = "todo lo que se hace, se hace con algún fin". Y Aristóteles, más conciso aún, encerró su doctrina teleológica en dos palabras: ouden mathn udén máten) =
Esta teleología de la psicología del deporte valdrá para la acción de todos aquellos que realizan “investigación” en la psicología del deporte. El “investigador” realiza acciones y lo que hace, lo hace porque lo considera un “avance” para nuestra rama científica, por si no lo considera así, no lo haría. Pero ocurre que la mayoría de investigaciones que sólo son “medios” para lograr “otros medios”: investigar para obtener dinero, o buscar “hacer ciencia” inventando un aparato que mida las emociones” para incorporarme a una plaza con mayor prestigio.
En la psicología del deporte debemos admitir que hace falta una capacidad científica que tenga un fin último que dé sentido a todos los demás fines y medios tecnológicos y científicos que podamos realizar, sin un fin último todos las “investigaciones” y formas “científicas” carecen de sentido y nuestra rama quedaría solamente como una ciencia auxiliar del deporte y no como fue concebida como ciencia aplicada. Para Aristóteles la teleología debe cumplir dos objetivos: debe ser la finalidad "Nada en vano". Y Santo Tomás de Aquino, dice:

Pero debemos admitir que todos nuestros actos deben tener un fin último que de sentido a todos los demás fines y medios que podamos buscar, sin un fin último la serie carecería de sentido, hay una serie de medios a la que le faltaría el fin, aquello que otorga sentido a los medios.
Aristóteles señala dos características de este bien último o supremo. En primer lugar debe ser final (algo que investiguemos y que sea válido por sí mismo y no por nosotros). En segundo lugar tiene que ser algo que se baste a sí mismo. Este bien se podrá mencionar que es un salto cualitativo de la ciencia de la psicología del deporte para que el deporte y psicología estén al mismo nivel (ya no como ciencia aplicada, sino como ciencia con-ciencia y no la psicología esté atrás del deporte, como ciencia auxiliar.
“Los planteamientos epistemológicos están dados en función del análisis de la experiencia en términos de sujeto y objeto. La fertilidad de este análisis, aparte de su significación pragmática, es indiscutible, puesto que desde sus coordenadas se organizan los métodos de la fisiología y de la psicología de la percepción. Sólo que tanto la fisiología, como la psicología de la percepción, siendo ciencias cerradas, presuponen ya dados (en la experiencia adulta definida en un determinado nivel cultural) los objetos que ellas mismas tratan de reconstruir: ese árbol, o la Luna” . Mientras que la problemática de la psicología del deporte, en cambio, se refiere al tipo de realidad que pueda corresponder a los objetos dados mismos. Y estos objetos no se circunscriben, en modo alguno, a aquellos contenidos que constituyen el campo de la Psicología general o psicología tecnológica, ni mucho menos pragmática, puesto que entre los objetos hay que hacer figurar, cada vez en mayor número, a los «objetos» introducidos por las ciencias modernas. Por consiguiente, la problemática «epistemológica» ha de considerarse envolviendo a la teoría de la ciencia del deporte. Y esto se deduce simplemente del hecho de que las ciencias mismas (sobre todo, la ciencia moderna, a través de los nuevos paradigmas, y no de los nuevos aparatos o metodologías positivistas encaminadas a soluciones trilladas de la problemática mental del deporte que data de los inicios de nuestra rama) contribuyen masivamente a los procesos de constitución de los objetos del mundo y de su estructura. Dicho de otro modo: “el «mundo» no puede considerarse como una realidad «perfecta» que estuviese dada previamente a la constitución de las ciencias, una realidad que hubiera ya estado presente, en lo fundamental, al conocimiento de los hombres del Paleolítico o de la Edad de Hierro. Por el contrario, el mundo heredado, en las diversas culturas, visto desde la ciencia del presente, es un mundo «infecto», no terminado” . La psicología del deporte, aun partiendo necesariamente de los lineamientos «arcaicos» que nosotros mismos nos hemos encargado de no modificarlos, contribuyen en este momento de manera tibia a desarrollarlo y, damos también por supuesto que la disyuntiva científica, y el dilema consecutivo, entre el realismo y el idealismo que hasta el momento se ha trabajo dependen del análisis de la experiencia en términos de sujeto y de objeto y hasta ahí nos quedamos sin proporcionar sabiduría y nuevos paradigmas . Pues la experiencia, así analizada, comporta, por un lado, la organización apotética y discreta de los objetos constitutivos del mundo del deporte (motivación, percepción, toma de decisiones y más temas que desde hace 40 años sigue revisando la psicología del deporte) y, por otro lado, la necesidad (postulada contra cualquier pretensión «mágica» de acción a distancia, por lo tanto: “El «empirismo», desde esta perspectiva, se nos impone como una exigencia ontológico-causal, antes que como una premisa epistemológica” . De donde la distinción entre un objeto-en-el-sujeto (objeto intencional, objeto de conocimiento, re-presentación) y un objeto-fuera-del-sujeto (objeto real, objeto conocido, presencia absoluta de la cosa) pueda presentar nuevas formas de conocimiento para que arroje una sabiduría que fortalezca a nuestra ciencia.
Este supuesto, podemos afirmar que solamente disponemos de dos esquemas primarios utilizables para dar cuenta de los trabajos realizados en la psicología del deporte que son conexión entre las afecciones (sensaciones) del sujeto y los objetos apotéticos que les correspondan: el esquema que considera a las sensaciones (al sujeto) -a los objetos intencionales, si se quiere- como determinados (con-formados) por objetos preexistentes (esquema encarnado en la metáfora óptica del espejo: el ojo refleja los objetos exteriores, según Aristóteles, y el entendimiento es el ojo del alma) o bien el esquema que considera a los objetos apotéticos como determinados (con-formados) por las sensaciones (esquema encarnado en la metáfora óptica de la proyección del fuego del ojo, que recorta la sombra de sus formas interiores en el exterior, usada por pitagóricos y platónicos). El primer esquema es el núcleo del realismo (con sus variantes: espejo plano, cóncavo, quebrado...); el segundo es el núcleo del idealismo (con sus variantes: idealismo material, idealismo subjetivo, idealismo trascendental). El idealismo, por ello, está muy cerca del acosmismo y aun del nihilismo (de hecho, la palabra «nihilismo» fue acuñada por Hamilton para «diagnosticar» el empirismo escéptico de Hume).
Estos dos esquemas que desde nuestro punto de vista utiliza la psicología del deporte para crear la “ciencia”, antes que respuestas, son el principio de círculos paradigmáticos, prácticamente insolubles. El positivismo tecnológico, en efecto, equivale a un desdoblamiento del mundo (objeto conocido/objeto de conocimiento) y, por tanto, al planteamiento del problema de la trascendencia del conocimiento del mundo exterior pero nada de sabiduría: « ¿cómo puedo pasar de mis sensaciones (inmanentes a mi subjetividad corpórea) al mundo apotético trascendente, que permanece fuera de mi?» Berkeley, mediante una ejemplificación geométrica de la cuestión (en términos de puntos y líneas), formulaba con toda su fuerza el problema de la sabiduría científica en su ensayo sobre una T: «Todo el mundo conviene, creo yo, que la distancia no puede ser vista por sí misma y directamente. La distancia, en efecto, siendo una línea dirigida derechamente al ojo, tan solo proyecta un punto en el fondo del mismo». Es así que hasta el momento los trabajos de psicología del deporte han proyectado el mismo punto con pocas variantes, dando con ello una historia psicología de la actividad física con poco sustento científico. Esto abre otro aspecto que puede considerarse como consecuencia de la «problemática» de la epistemología de la psicología del deporte, a saber, cabría dar cuenta de la independencia que los objetos muestran respecto de la investigación proyectante (los fenómenos se imponen, incluso como dados fuera de la investigación psicológica, en un período que hoy vive la psicología de nuestra especialización. Ahora bien, el enfoque asistencial – tecnológico positivista hace que se «constituyan» y «proyecten» aspectos como los ya mencionados (motivación, toma de decisiones, manejo de estrés, etc.; etc. Que piden una emancipación e hipóstasis mucho más enérgica de la que se necesita para dar cuenta de la percepción ordinaria pre científica de nuestro entorno actual. Puestas así las cosas cabe afirmar que los intentos de «superar» las dos vías antes mencionadas, manteniéndose en el mismo marco binario [S/O] de análisis que determina estas dos opciones, sólo pueden tener lugar a título de variantes de una «síntesis por yuxtaposición» del realismo y del idealismo. Pero la síntesis de los dos miembros del dilema no lo desborda: la «síntesis del dilema» queda aprisionada por sus tenazas
Por nuestra parte reconocemos, desde luego, la necesidad de volver una y otra vez al análisis de la experiencia dentro del marco binario [S/O], pero constatamos también la necesidad de desbordar paradigmáticamente el dilema en el cual el marco binario nos encierra. A este efecto hemos propuesto un marco para el análisis de la experiencia tal en el que el análisis binario, sin ser ignorado, pueda constituirse «reabsorbido», a saber, un marco que sustituya las relaciones binarias por una propuesta teleológicas – ontológicas, deontológicas y paradigmáticas. Desde la perspectiva de este nuevo marco de análisis cabría decir que, evitando todo tipo de realismo adecuacionista, podemos alcanzar las posiciones propias de una concepción de ciencia actuante de las relaciones entre el «ser» y el «conocer».
4.- CONCLUSIONES
Con esta percepción de falta de sentido último de la psicología del deporte, pretendo demostrar que nuestra rama si no ha dejado de ser una ciencia aplicada, está a punto de convertirse en una ciencia auxiliar y con ello sería una calamidad en este milenio. Pero creo que son tantos psicólogos del deporte y Universidades donde se preparan los futuros colegas que ignoran en su totalidad los conceptos básicos para generar una ciencia sapiente, una psicología del deporte con – ciencia, pero veo tristemente que este paradigma ya se ve como normal. No nos suele satisfacer la idea de que nuestra rama sea repetitiva y que solo se esté tecnificando los viejos paradigmas de nuestra profesión.
Bajo este esquema ¿Qué podemos hacer?, pues llenar el vacío de nuevos paradigmas que nuestros trabajos está creando y sobre todo el modo en que se está llenado dicho vacio y la propuesta es:
• Distinguir entre significado y propósito de lo investigado. El propósito científico es un objeto último o un fin que ha de alcanzarse. Es una meta. El significado tiene que ver con el modo en que comprende el acto científico sobre una base continuada. El significado se encuentra en el modo en que ocurre el fenómeno paradigmático, no necesariamente en el resultado final. La comprensión depende de la forma y el significado es muy personal. Así pues, creo que en este momento las investigaciones psicológicas en el deporte no han entendido el significado ultimo (generar respuestas a los paradigmas y crear nuevos)
• El conocimiento proviene del deseo de conocer y éste debe ser una interrelación que como propósito sea el de suministrar algo más allá del conocimiento, “la sabiduría” y conformar nuevos paradigmas que modifiquen la forma de conocer e inclusive repercuta en la vida cotidiana y no sólo en el ámbito profesional.
De esta forma deseamos manifestar que la psicología del deporte necesita una revisión tanto en los planes de estudio en las universidades que se ve como materia curricular e inclusive como especialización, ya que hasta el momento no he encontrado un solo artículo que hable de la capacidad de la psicología como ciencia epistemológica propositiva y modificable, más bien encuentro estudios inmensamente repetitivos y que llegan a presentar una leve modificación en el conocimiento que se reveló hace más de 40 años. Por ello este documento que trata de precisar un punto en la distancia, provocando una risa nerviosa en la psicología del deporte.

Guadalajara, Jalisco. México.
Verano del 2008.

Por: Manuel Gustavo Zepeda Gómez.
Doctorante en psicología del deporte.



0 comentarios:

Publicar un comentario